“Si sabes
hablar en público, la haces”… fue lo que dijeron para convencerme y aunque sabían
que no era lo único, me confiaron tan importante labor, acepté el reto y aquí la
historia.
Desde
pequeña, jamás tuve problemas para dirigirme a las personas, hablar en público
era como hablar con mis hermanos en la casa. En mi época escolar participaba en
cuanto concurso había, llegó un momento en el que no tenía la necesidad de
buscar las bases, pues los profes, me las entregaban a tiempo y con todas las
indicaciones para participar. Fue un lindo tiempo, realmente lo disfruté, como
bien decían… “Era lo mío”.
Años
después, me integré al equipo de Alabanza como corista y después de una larga
temporada, luego de aclimatarme al grupo y al ritmo de trabajo, el coordinador
del equipo me propuso, en frente de todos, el reto de dirigir los servicios de
domingo.
¿Ser
Director de Alabanza? Pensé…no creo que sea complicado, al fin y al cabo tenía
experiencia en la conducción de programas, ya lo había hecho dentro de la
iglesia en el grupo de jóvenes, y “si sabes hablar en público, la haces” fue lo
que dijeron, obvio, con tanto discurso propinado en el cole, pensé que sería
algo sencillo, entonces acepté.
Con casi
un mes de anticipación, pensé que no tendría problemas, pero la verdad fue
otra, empecé a prepararme física y mentalmente para ese día, cada vez que
pensaba en el momento me ponía tan nerviosa que imaginaba trágicas escenas como
caerme por las escaleras del escenario o dar gritos en el micrófono si me pasaba
la electricidad de tanto sudar.
Transcurridos
los días, me separaba sólo una noche del gran día. A estas alturas tenía todo preparado,
había orado como nunca antes por este día, tenía el programa impreso en más copias
de las que debía, la ropa planchada, los zapatos limpios, en ese contexto nada
podría salir mal. Lo cierto es que,
aquella noche, no pude conciliar el sueño, me la pasé practicando como pararme,
como hablar y repasando el programa una y otra vez.
Es normal
sentir nervios ante una situación como esta, y aunque había pasado toda mi
secundaria dando discursos por doquier, nunca antes había estado ante tan
selecto auditorio al que me iba a enfrentar en unas horas, pues estas personas
no esperaban de mí lindas palabras en el mejor discurso, esperaban que las
guiara en adoración hacia lo que era realmente importante, Dios.
Hasta
ahora conservo el programa hecho para mi primera dirección, tuve que escribir
cada una de las palabras que iba a pronunciar, a todo color como para no
confundirme. Aquella mañana, todo parecía ser tan diferente, sentí que algo
dentro de mi no funcionaba, todo me temblaba, sudaba a chorros ayudada por el
intenso calor que caracteriza a esta ciudad, así que me dejé llevar por aquél
que tenía el control de la situación, sonreí…y todo salió bien.
Gracias a
Dios, el auditorio al que me presento, sigue siendo encantador como aquella
mañana, siempre recuerdo lo importante que son y cuál es mi situación frente a
ellos. Aún tiemblo cada vez que subo a dirigir, aún sudo a chorros, aún titubeo,
y lo único que agradezco que no cambie es ese temblor que inunda mi cuerpo al
iniciar el programa luego de haber visto el rostro de los que están sentados
frente a mí, esperando ser dirigidos en adoración a Dios.
Con esta historia no
pretendo sembrar temor en aquellos que quizá hoy, estén evaluando la
posibilidad de dirigir la alabanza, sino por el contrario, animarlos a sentir
una adrenalina diferente que sólo podrán explicar cuando la sientan, porque
allí arriba, en el escenario, lo que hacemos es mucho más que música.
Kenny: jajaja bueno... tampoco soy una excelente oradora jajaja pero hago el esfuerzo, sin embargo lo de la dirección es algo realmente hermoso.
ResponderBorrarEs muy hermoso dejarse llevar por quien sí tiene el control de todo, Dios. Pero que bueno que Dios también nos dio diferentes dones y aunque la dirección no es lo tuyo aquello que haces por el Señor en el equipo, si lo es. Bendiciones
ResponderBorrarConsidero que lo más difícil no es saber que de es lo que uno va a decir o hacer; sino ser natural.
ResponderBorrarGeneralmente uno puede caer en el error de actuar lo que uno ya ha preparado para ese momento, que por cierto, no esta mal, pero creo que no es tan necesario pegarse tanto al libreto, sino tomarlo como una guía y simplemente ser natural. ;)
Jaime Villa
Ensayar la música para cada domingo siempre será un momento especial, para los instrumentistas y cantantes y Ser natural, ser uno mismo, es parte de todo y definitivamente agrada a Dios, quién mejor que tú para comprenderlo que también guía la alabanza como músico, es tan hermoso servir a Dios es esta área, verdad?.
Borrar