Hace un buen tiempo, mientras preparaba mi lista de canciones para el domingo,
recibí una llamada un tanto perturbadora, aquella voz que parecía inquieta, me
dijo: “QUIERO DIVORCIARME”.
Hoy en día, divorciarse es mucho más fácil y menos costoso que casarse, hasta
se puede realizar este trámite sin necesidad de recurrir a un Juez, y aunque
nunca antes me habían pedido asesoría legal en este tema, aquella llamada no me
habría parecido extraña, de no ser porque se trataba de una integrante del equipo
de música de nuestra iglesia.
Por una lado, yo tenía las cosas claras de cómo proceder legalmente, pero
había otro lado, aquel que no había tomado en cuenta, y es que DIOS, NO APRUEBA
EL DIVORCIO. Espero que ahora me entiendan cuando dije que aquella llamada fue
perturbadora.
¿Cómo podría ministrar a la iglesia, y a la vez promover un proceso de
divorcio?, ¿acaso me había equivocado al creer que mi vocación es ser abogada?,
me llené de preguntas.
Un pastor y amigo mío, habló conmigo de este tema, “Vayamos a la Biblia” me dijo. En Mateo 19, Jesús habla sobre el
divorcio, y les responde a los fariseos diciendo: “(…) Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre., y le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar
carta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón
Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y
yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada,
adultera.”
Leí este pasaje varias veces, y tomó la forma que necesitaba para ser la
respuesta a mis inquietudes, ¿Quién era yo para separar la unión que Dios bendice?
Gracias a Dios, divorciar a las parejas no es lo único que se hace con mi profesión;
desde aquel día, supe que Dios me iba a utilizar con la carrera que escogí
ejercer siempre que éste en sintonía a sus principios, incluso tratándose de un
divorcio.
Creo que aquella mujer que llamó desesperada por ayuda, sintió en mi voz la
angustia de no saber qué decir; ahora tengo una respuesta, ahora sé que es lo
que Dios quiere; ella no volvió a llamar, buscó ayuda en otra parte, pero le
agradezco a través de esta historia haber sido parte de mi aprendizaje y a Dios,
por permitirme ministrar a su iglesia junto a ella.
Ahora sé que una llamada como aquella, es una hermosa oportunidad para
hablar de lo que Dios quiere en esta circunstancia.
Es difícil imaginar que estas cosas pasan donde pareciera que sólo se habla
de canciones, conciertos, acordes y notas, lo cierto es que hay muchas más
detrás de cada persona, hay penas, alegrías, necesidades y sueños… hay mucho
más que sólo música.
Definitivamente pasan muchas otras cosas, excelente articulo, felicitaciones.
ResponderBorrarSi, pasan muchas otras cosas, y seguiremos compartiéndolo, gracias por las felicitaciones.
BorrarTu artículo me gustó mucho! T_T
ResponderBorrarGracias Almendrita, sigue en contacto con nosotros, esperamos que nuestras publicaciones además de gustarte, te ayuden en alguna medida.
ResponderBorrarCuando leí esta publicación por primera vez no pude cargar mi comentario (una pc un tanto lenta) pero quiero aprovechar esta oportunidad, para agradecer a la que escribió esas lineas, me sirve, me sirve mucho, porque se que alguna vez también me preguntaran lo mismo y ahora se que decir, gracias por compartir su experiencia y por permitirnos aprender a través de ella ;)
ResponderBorrarCréeme que cuando sucedió, no supe que hacer, hasta aquel momento en que Dios habló a mi corazón y abrió mi mente. Eso es lo correcto para mí y me da mucha alegría que también lo sea para ti, pues tienes un futuro prometedor como abogada, estoy segura que SI existen y existirán ABOGADOS CORRECTOS, aquellos temerosos de Dios.
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