En
aquel año se llevaría a cabo un Congreso de Jóvenes llamado “Transformacción”,
era al parecer, el evento esperado por todos durante el año; se realizaba en la
ciudad de Lima y todos ahorraban y trabajaban muy duro para conseguir el
dinero, y tener la oportunidad de vivir la aventura de viajar en grupo, aprender
cosas nuevas para la reunión de jóvenes, y disfrutar de cerca de las mejores
bandas de música.
Por
aquel tiempo, todo era nuevo para mí… los jóvenes, las actividades, las
enseñanzas, la música… todo, así que me dejé llevar y rápidamente me encontré junto
al resto del grupo vendiendo artículos en la iglesia para completar el pasaje.
A
una semana del Congreso, estaba realmente cansada, había trabajado mucho y
gracias a Dios completé el dinero que necesitaba, así que era el momento
perfecto de hacer la lista de las cosas que iba a empacar para la gran aventura
que me esperaba: ropa, zapatos, accesorios, biblia, cuaderno de apuntes, DNI…
estaba tan emocionada con todo lo que me habían contado de ese tipo de
congresos juveniles, y tanta fue mi emoción que no tomé en cuenta un pequeño
detalle… “Mi mamá aún no lo sabía”.
Desde
mi primera visita a la reunión de jóvenes, mi mamá no había estado muy contenta
con mi asistencia a la iglesia, pero ella no podía hacer mucho con los permisos
porque yo vivía con mi papá, así que cada vez que podía, ella me recordaba
alguna extraña razón por la que no le gustaba que asistiera a la iglesia.
Para
este viaje yo contaba con el permiso de mi papá, pero creí que era bueno idea contarle
a mi mamá, sólo para que sepa que me ausentaría unos días de la ciudad, además,
¿Qué podría pasar? ya tenía el pasaje comprado. Entonces fui a visitarla y le
conté emocionada todo sobre el viaje… y tal como lo imaginé… no le gustó la
noticia.
Ese
día regresé molesta a casa, no entendía cómo mi mamá podía negarse después de
saber lo mucho que trabajé para juntar el dinero. Esa misma noche fui a la
iglesia y muy molesta le conté a mi amigo y consejero lo que había sucedido, la
respuesta fue fulminante… “si tu mamá no quiere
que vayas de viaje… entonces no debes ir, aunque tengas el permiso de tu papá”. Como se
imaginarán, estaba al borde del llanto, no podía comprender lo que estaba
pasando –Trabajé muy duro por esto, y si Dios no hubiera querido que vaya
entonces no me hubiera dado el dinero suficiente, yo me esforcé y le obedecí en
todo– pensé.
Mi
amigo concluyó diciendo que si obedecía a mi mamá estaría obedeciendo a Dios,
dijo también, que no forzara ninguna situación y que si Dios tenía en sus
planes que me fuera de viaje, iría, y mi mamá estaría de acuerdo. Sus palabras
me sonaron a locura, la conocía muy bien… no había forma de convencer a mi mamá
que cambiara de opinión.
Me
tomé un par de días para pensar, y sí que lo hice, me costó mucho renunciar al
viaje y entender que Dios no quería que desobedeciera a mi mamá, más aún cuando
ella no estaba muy contenta con que yo fuera a la iglesia, comprendí que esta
era una buena oportunidad para mostrarle que Dios me estaba enseñando a
obedecerla.
Entonces
fui a visitarla, decidí no tocar el tema y de pronto me contó que le había
llegado la invitación a un almuerzo, y que creen… la fecha coincidía con el
viaje… respiré tranquilamente, y le dije que yo podía acompañarla… lo que vino
después, fue algo que no esperé:
–
¿Cómo, no tienes un viaje para esa fecha?– dijo despreocupada.
–Tenía,
ya no iré– resolví tranquilamente.
–
¿Y por qué?– ahora su cara era de asombro.
–No
puedo ir sin tu permiso, además, Dios quiere que los hijos obedezcan a sus
padres, así que regalaré el pasaje, y tú y yo, podemos ir juntas al almuerzo– concluí.
Recuerdo
que es ese momento fui a la cocina por unos vasos y cuando volví ella me dijo
con firmeza que “No podía regalar esos pasajes porque estaban a mi
nombre”… Sonreí emocionada, pues a su manera, me estaba dando el permiso
para viajar.
Esta
historia me hizo recordar las muchas veces que hacemos planes y organizamos
nuestras vidas sin antes consultarle a aquel de quien dependemos completamente,
a Dios, nos ahorraríamos mucho esfuerzo y tal vez dinero si preguntamos antes.
Para mí fue una hermosa lección, y un hermoso viaje que disfruté al máximo.
Realmente
había renunciado a ese viaje cuando fui a ver a mi mamá, y con esto, Dios me
mostró una vez más que él tiene el control de todo, porque cuando mi mamá dice
que “NO”, es “NO”.
Buenos recuerdos aquellos. Y sin duda la obediencia trae consigo hermosas consecuencias y muchas veces hasta inesperadas como esta.
ResponderBorrarSi amigo, fue una inesperada pero muy grata consecuencia, y todo lo que pasó después de ese viaje, fue una muestra de que realmente estaba en los planes de Dios.
Borrar...Me hiciste, casi llorar (no lo hice porque mamá está a mi lado)recordar esta experiencia realmente fue alucinante...Gracias por recordarlo y hacérmelo recordar... Porque si que fue, una experiencia inolvidable!!!
ResponderBorrarSi Tharyn, fue un viaje realmente inolvidable por todo lo que pasamos, de principio a fin.
Borrar